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sábado, 23 de mayo de 2015

DICIEMBRE 1994 - FIESTA DE FIN DE AÑO DE ENCORE -

Querido Discípulo:
                               No saldré a buscarte, ni intentaré romper tus ataduras. Aspiro los aires de un ave solitaria que en su volar tiembla por la altura. Todas las heridas son del tiempo.
La luz es siempre poca, para los desesperados que ascienden en la noche oscura hasta el corazón de un relámpago dormido entre montañas. Absoluto lo imposible, persigue mis pasos. 
Busco un refinamiento originario, la primera palabra extendida.       La mirada del poeta ama los desafíos donde brillan verdades sin amarras. No habrá despertador para las fuerzas desatadas del goce, hay que estar despiertos, sin culpas, en el orgullo de poseer un deseo infernal por los deseos.
Sabiendo que todo silencio será inútil, me suspendo y así aprendo la plenitud de fuerzas desatadas.
Se que en cada segundo de esta vida, alguien entre nosotros cae, después uno se acostumbra a todo y mañana existe una vez más.
Mujer de fuego, todos los pasos fueron sobre llamas.
La mirada de un ser enamorado no tiene norte, navega en un mar desconocido y lo pierden visiones de las mas altas fantasías de amor. La verdad de una estética particular para lo humano, algo que encuentre la unidad entre sus márgenes, fue haciéndose espontánea verdad para nuestra razón.
Amar por amar mismo, fue para nosotros un itinerario enaltecido.
No fue posible ninguna renuncia.
Me encandilaba una furia volcánica, partituras de un sol indiferente a las nostalgias. 
Nada pasó que no supiera, adiviné aventuras en todas las geografías, amores para el ciego iluminado.
Cazador silencioso, vi morir a mi alrededor todas las fieras, todo lo demás, observaciones insuficientes.
Hoy, ráfagas del viento repiten parodias.
Sólo la inercia es amenaza.
Busqué entre los máximos y altos sonidos, la implacabilidad de lo imposible, después viví y viví muchas vidas, así me encontré contigo. Tuve toda la rebeldía de una pasión desconocida por transformarlo todo.
Encendía los fuegos fatuos del infierno, sólo por el temblor de tener un cuerpo en mi mirada. La insaciabilidad que poseía entre mis horas, perturbaba a los hombres felices enamorados del más.
Salvaje y rebelde tengo para los seres amados un amor especial.
A los traidores, les fue difícil acercarse a nuestras costas.
A la hora de la verdad, los escondites se multiplicaban.
Bordeé los límites de la existencia humana y no encontré lo humano. Los primeros impactos me acercaron al ideal, supe que se trataba de una construcción. No conocí por ese camino ninguna distancia, mi ser no tuvo límites.
Mi última pasión recién comienza.
Busqué desesperadamente toda la luz del universo y supe que la oscuridad prometía nuevas formas.
Los delirios de mi alma no llegan a tu pálida celda.
Vacía de límites, trasciendo todas las fronteras y te pierdo en el vuelo. No será necesario ningún adiós.
                                   

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