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sábado, 23 de mayo de 2015

LA REALIDAD ES UN GRAN MAESTRO

Querido Amigo:
                           Si mañana la vida me zarandea, si me quita la capacidad de elegir, pero sigo teniendo ganas de vivirla, aceptaré pagar su precio, haciendo para prolongarla lo que me dicte la necesidad. Sin que ello signifique para mí, ningún menoscabo de mi libertad, pues mi única libertad verdadera, sólo depende de mí, la poseo: dejar la vida si el deseo me abandona.
Se muy bien, que ninguna superación, ningún salto se produce sin sufrimiento.
¿Habrá que situarse deliberadamente en estado de pesadilla, para acercarse al tono verdadero?
¿Adonde estarán mis amigos que hoy no acuden hacia mí?
De pedirte, te pediría que abandones tu vida miserable, aquella donde desapareces para florecer en un solo sitio, de todos los sitios.
El tono verdadero, es la verdad.
¡No grites amigo por si algún niño duerme!
Captador de ondas y conectado directamente con la inspiración, capáz de lo mejor o de lo peor, según ella le asista o se ausente, todos los días tiene que enfrentarse con el accidente, es decir, con lo que le pasa, por ser hablado por el lenguaje.
Lo que acaba de crear puede reproducirlo, no como los ignorantes, caretas de todos los tiempos, que suponen hablar con cada uno de algo que suponen ningún otro sabrá.
¡IDIOTAS, LA VOZ RECORRE LOS CONFINES DE LOS HOMBRES SABIOS!
Nunca hay que rechazar el delirio, forma parte integrante de la creación. Es motor para los hombres sabios, que no  permitirán que ningún traidor con sus gritos, sus tonos representantes del poder que no puede, intentarán hacerle creer.
Si conseguimos no dejarnos engañar del todo por ellos y controlarlos un poco, será nuestra salvación en los días en blanco del gran vacío, cuando la duda nos paralice.
Aunque el espacio está hecho de tiempo, el tiempo nos aisla del espacio.
Cuando una situación me pesa, inconscientemente me las ingenio para excluirme de ella, el sueño es una de las maneras mas infantiles que he conseguido hasta hoy y luego aprendí que la libertad, por razones evidentes que se deben a la estructura de la lengua, se pagaba con la exclusión.
Y lo mismo en el amor, para librarse de la culpa, la ruptura nunca debía parecer deberse a mi iniciativa, cuando por mis palabras o mi actitud, era yo quien la había hecho inevitable.
Lo extraordinario era para mí habitual, mis noches, fuegos de artificio, y maldecía al sueño que me robaba placer.
No hay tiempo muerto entre el deseo y la conclusión que éste alcanza, radiante o desesperado según los objetos se nos rindan obedeciendo a nuestra llamada secreta, o se aparten de nosotros respondiendo a los deseos de otro.
No es gran cosa lo que se elige.
Ni el momento de nacer, ni el nombre que llevamos, ni el color de los ojos, ni aquellos que mas tarde nos herirán por haberlos amado.
Surgidos de un deseo que para nosotros será siempre ajeno, marcados con hierro por el lenguaje y el lugar que incluso antes de que fuéramos concebidos nos habían sido destinados como nuestros por otras personas, con una venda en los ojos gritamos libertad y morimos a ciegas.
Entre el placer y el desafío, una frase acudía a mis labios: "me robaron mi nacimiento, no me robarán mi muerte"

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