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domingo, 24 de mayo de 2015

Queridos: 
                  Viví una vida sensacional, como si mi guarida fuese un laboratorio de última tecnología y después de varios ensayos y errores, llegaba a una verdad pequeña, para sostener que todas las horas que vivía, eran un invento de mi rebeldía.
A nada me adapté y pocas fueron las veces donde detuve mis pasos frente a la incompletud, lo no posible, lo lejano.
Viajaba ambicionando todo lo que hoy puedo pensar, tenía siempre cerca, casi a mi lado, conmigo, pero yo creía que eso que tanto buscaba, estaba lejos, en otros horizontes, diferentes ideas que siempre desechaba por la rigidez que sentía en las palabras que las expresaban.
De todo me alejaba porque fue imposible aceptar que había cosas imposibles. 
Tuve reconocimientos de los que me burlaba y una necesidad exagerada por sacarle la careta a los imbéciles, domesticados e infelices, cuyas palabras no tocaban algo de lo humano.
Creía pertenecer a cualquiera de los otros reinos, menos al humano. La civilización me parecía siempre, acordar con un destino equivocado y cuando se trataba de desear algo, todo era demasiado fácil.
Nunca quise tranquilizarme, cumplir con las obligaciones como todos lo hacían y algo pasó que fui disculpada.
Tanta insistencia en mostrar esa gran pasión que despiertan las diferencias, todo lo que lograba lo dejaba, como si no tuviera preferencias por esto o por aquello.
Yo no necesitaba nada.
Escribía y eso era una manera de hablar con todo el universo, dioses y demonios de todas las mitologías y escribiendo era posible que la claridad tuviese mas que ver con los oscuro que con lo visible.
Ahora me gustaría cambiar, todas las veces que los hechos no acuerden con mis deseos.
Ahora quiero conocer mis deseos y eso no significa que tenga que alcanzar algo que me falta, sino más bien, ser capaz de tener lo que tengo.
Fui haciendo cosas y trabajé siempre y gocé casi siempre y pocas veces lloré y pocas veces sentí que los pasos dados fueron equivocados. Sospechaba hacer un camino y agradecí mi escucha, alguien hablaba conmigo.
Dejaba que todo sucediera sin estar yo en lo que iba sucediendo, una especie de lealtad a una maquinaria que imaginaba perfecta.
Decía Menassa: "dirán de mí, no se aburría ni consigo mismo, toda realidad era apasionada, todo misterio tenía su alegría"

1 comentario:

  1. He leído el blog Lucía, y me sigue sorprendiendo tu trabajo. Encontrar escrito aquello que supongo imposible de traducir en palabras, es una invitación al crecimiento. Me saco el sombrero una vez más y aplaudo tu producción!! Bravo!!

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